Un tipo pesado, terco, chamba, con unas ganas de siempre ver a todos juntos, siempre quería ver todo limpio y que se haga YA, renegón, hincha del Alianza Lima, adicto a la mazamorra de harina y protector como ninguno.
Hoy se cumple un mes desde que partió, le hizo el pare al Covid, se sacó el polo, lo cuadró y apechugó hasta donde pudo. Me duele que no le ganó, y me duele más saber que no pudo ver cómo la última lección de PADRE que me dejó, es a no rendirse y que en la pelea siempre se tiene que tener en mente lo que más importa, LA FAMILIA. Cada llamada que tuve mientras estuvo en el hospital eran saludos a mi madre, darnos valentía a mis hermanos y a mí, trataba de transmitir calma, y que lo esperemos porque nos va dar el alcance en casa, que va llegar a tiempo para la parrilla de los domingos. A la enfermera le decía que no se encariñe mucho porque en dos semanas él ya estará en casa. Hasta el último mi papá siendo mi papá, guerrero, palomilla y pícaro.
Me podría pasar horas contando y describiendo el tipo de persona que fue. En verdad me llena de orgullo, me tocó un padre que como todos tuvo errores y aciertos, momentos buenos y malos, pero como persona era único, todos en el barrio le tenían mucha estima y consideración. Admirable, en verdad lograr esa clase de admiración en un grupo de personas. Las muestras de aprecio y palabras de aliento que dejaron su partida, fueron incesables y creo que eso dice mucho de él.
Al final, en este 2020. No lo supo, pero mi padre me enseñó a fortalecer los lazos de familia que en verdad me hubiese gustado que vea, considero que subimos un nivel. Le recordó a mi mamá del hombre que se enamoró, bien galante él y ella sorprendida y feliz. Se hizo sentir como que era no solo un buen hombre, sino que de alguna manera buscaba ser mejor, y lo logró.
Extrañaré su sonrisa, sus ocurrencias y su particular forma de decir las cosas.
Sabe que llevo tatuado su nombre en el corazón por siempre, y sé que siempre me cuidará.
CG
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