jueves, 16 de julio de 2020

CLARA BELLA

Hace muchos muchos años mi sobrina le insistía mucho a su papá (mi hermano) que le regale un perro. Mi hermano le inventaba muchas excusas, de las clásicas que se le dicen a los niños (tú sabes ... en NAVIDAD, ... si sacas 20 en el colegio ... si acabas toda tu comida ... etc.). 
Tendrían que conocer a mi sobrina pero es muy convincente, éso y que mi hermano la engríe un montón así que no pasó mucho en lo que consiguieron un perro para ella. Luego como toda nueva mascota, amerita un nombre, algo gracioso y que describa la personalidad de la mascota, obviamente mi sobrina no tomó en cuenta nada de eso y la llamó CLARA (porque la perrita era negra y oscura) y luego dijo BELLA (porque a su primita le decían Bella-bella y quería que al perrito también, y porque la perrita era bonita - ciertamente que sí), entonces como conclusión se le llamó CLARA-BELLA ...



Nosotros en casa, en general no hace mucho tiempo atrás de la llegada de Clara-Bella habíamos tenido otra perrita en casa que había fallecido debido a unos tumores en su columna que eran inoperables, y estábamos un poco indecisos si dejarnos llevar por una nueva mascota. O sea la verdad la pensábamos enviar con mi sobrina, mi hermano y que se quede con ellos. Ciertamente Clara-Bella se hizo ganar el amor del mundo de principio a fin. 

A pesar de que la queríamos en casa, claramente el perrito tenía que estar con mi sobrina. Y debido al trabajo de mi hermano, ellos se mudaban mucho por el Perú. El perro en menos de 2 años, ya había viajado a Iquitos, Pucallpa, Trujillo e Ica. Durante todo este proceso era claro para mi hermano y su familia que no podían tener a la perrita de un lado a otro, así que decidieron dejarla con nosotros (en ése momento mi mamá, mi papá, mi otro hermano y yo), y pues nosotros le dijimos que eran una sarta de irresponsables pero en el fondo felices de que Clara-Bella venga a la casa a vivir. 
Cuando llegaba del trabajo siempre la encontraba feliz con su semblante triste que me causaba ternura, para lo cual la levantaba en brazos, la apretaba contra mí y le decía "Tranquila, todo va estar bien" y ella solo atinaba a mover la cola. Era nuestra rutina, y nos gustaba (o sea, nunca se quejó).

Muchos años fue la engreída, mi papá en las mañanas la dejaba dormir en el sofá luego nos despertábamos y veíamos cómo le gritaba y le decía "perra malcriada, baja del sofá", y lo gracioso es que ella saltaba del sofá siempre feliz porque sabía que mi viejo tenía que fingir que le gritaba ya que todas las mañanas hacían lo mismo. Mi mamá, siempre la sacaba cuando ella regaba el jardín de afuera y le contaba cómo le fue en la semana, mi mamá jura que el perro le entendía y por eso le contaba todo. Mis hermanos y yo éramos lo de los mismos, lo que la hacíamos jugar, le comprábamos sus camas, la comida, los diferentes cortes de pelo, etc. De hecho estos últimos meses, le había agarrado un gusto a viajar en el auto, y por normas del COVID ninguna de las personas podía ir en el asiento del copiloto así que de pronto se volvió su lugar, siempre adelante y mirando por la ventana como todo pasaba a su alrededor. 

Como todo lo bueno en esta vida, eventualmente todo se tuvo que terminar. Considero que tuvo una vida bonita, viajó, tuvo crías, nos acompañó por momentos duros a la familia, y siempre estuvo ahí para hacernos reír, demandando comida, cariño y atención (nosotros más que felices de dárselo). 
Anoche, en una de sus caminatas nocturnas tuvo una pelea con un perro grande y éste la lastimó de manera grave. Corrimos a la clínica a socorrerla pero ya había perdido mucha sangre y no sobrevivió la cirugía. 
Sumó una tristeza más a las muchas que hemos tenido en casa últimamente. Hoy en la mañana la tuvimos que enterrar, y lo único que alcancé a pensar mientras hacíamos los arreglos fue "Lo siento Clara-Bella, no todo está bien".  

Hasta pronto pequeña vieja amiga, te extrañaremos. 

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